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Ánite (Ἀνύτη, fl. ca. 300 a. C.[1]) fue una poeta griega nacida en Tegea que vivió en los siglos IV y III a. C. Se encuentran textos suyos en la Antología griega, compuesta por la Antología palatina y el Apéndice de Planudes, más otro apéndice. La Antología griega recoge varios de los epigramas de Ánite, escritos en dialecto dórico; en la misma colección, hay unos pocos que se duda en atribuirle. Se dice de Ánite que dirigía en el Peloponeso una escuela de poesía y literatura de la que tal vez formase parte Leónidas de Tarento; y de él, que tal vez fuese alumno de Ánite, que fue admirada por sus contemporáneos y por generaciones posteriores en virtud de sus epigramas y sus epitafios.
Entre los escritores de la Antigua Grecia que dedicaron epitafios a animales, la autoría de Ánite de Tegea es la primera en el tiempo de las conocidas, y una de las primeras en lo que toca a descripciones vívidas de la naturaleza silvestre.
Hicieron mención de esta autora el historiador bizantino Julio Pólux (Ιούλιος Πολυδεύκης; en latín, Iulius Pollux), Esteban de Bizancio, Meleagro de Gádara y Antípatro de Tesalónica, que la contaba entre las nueve musas terrenales y decía de ella que era «elocuente» y «el Homero de su sexo».[2] La referencia a Homero se justifica por el uso del epigrama funerario, que remite a las celebraciones épicas de los héroes muertos, y por el empleo en los epigramas de un vocabulario homérico. Ánite lleva esta tradición a un dominio particular y específicamente femenino: el llanto de la madre por su hija muerta.[3][4]
Esta innovación en la expresión desde un punto de vista femenino también se manifiesta en los epitafios dedicados a animales, que, como se ha dicho antes, son los primeros conocidos de la literatura griega.[7]
También parece ser la de Ánite de Tegea la primera autoría conocida entre los poetas helenísticos en lo concerniente a la descripción bucólica en los epigramas, algo anterior a la de Teócrito, al que se suele considerar como precursor de la poesía pastoril.[10]
Yves Battistini[12] señala que el estilo y la sensibilidad de Ánite traen a la mente la poesía francesa del s. XVII.[13][14]
Ánite compuso piezas de carácter épico, pero nada se ha conservado de esa vertiente de su obra.[1]
Se dice que Ánite pronunciaba en verso los augurios de los oráculos del templo de Asclepio en Epidauro.